Hablar de la violencia y acoso sexual que viven a diario las mujeres, niñas y adolescentes es sin duda un tema muy complicado que merece mucho hígado, estómago y cabeza, en especial cuando las espeluznantes cifras nos explotan en la cara.
Pero hablar de este tipo de violencia y de todas las que el sistema ha normalizado es necesario y urgente, por lo que cualquier esfuerzo o aportación que se genere debe ser tomada como un paso, una acción y un avance para hacer frente a esta terrible realidad.
Precisamente ahí radica el valor de “Fiufiú, una aproximación escénica a la violencia sexual en México”, propuesta dirigida por Constanza Amparán, quién además coescribe y actúa junto a Octavio Ahmic.
Para quien escribe este texto le queda claro que todo lo contribuya a tomar conciencia sobre las violencias es bienvenido, aunque no deja de lado las carencias que pueden limitar el poderoso mensaje que se quiere proyectar por medio del teatro.
La obra que se presentó por dos sábados en el Foro Shakespeare, 3 y 10 junio, aporta elementos para visibilizar el muy amplio espectro de violencias que viven las mujeres, con énfasis en el acoso sexual, la cosificación y la desvalorización de sus vidas y cuerpos por el simple hecho de nacer mujer.
Cuadros escénicos que abordan las violencias cultural, comunitaria, sexual y psicológica, que se reproducen sin menor tapujo en la calle y en la casa, muchos de ellos se basan en esa absurda y estereotipada lucha entre los sexos y en los rituales de cortejo insanos con los que hemos crecido, producto del sistema patriarcal y de la cultura machista.
Es así que con el apoyo de elementos escénicos mínimos, herramientas multimedia y digitales, la dupla invita al público a cuestionarse y cuestionar sobre las violencias y las realidades que viven las mujeres, un trabajo honesto que se ve limitado por carencias técnicas y actorales, que le quitan ritmo a la obra, así como al mínimo texto que la integra.
Hacer teatro de conciencia, social y militante no es fácil, se puede caer en lugares comunes, con argumentos repetidos, que solo enuncian la realidad, colocando a las personas en lugares que se les asignó sin libertad de elección, por lo que para mí la gran interrogante que quedo al salir de ver Fiufiú fue ¿Cómo construir compromisos que transformen el lugar de los victimarios por actores de cambio a favor de la igualdad, justicia y la paz? ¿Cómo dejar de ver a los hombres y mujeres como enemigos y antagonistas?
Cuando el teatro ayuda a generar conciencia y a revolucionar mentes sin duda estamos ante lo sublime del arte como expresión de la existencia humana, pero cuando este cae en lugares comunes y argumentos militantes, se cae en la peligrosa posibilidad de perpetuar estructuras de las que queremos salir, las que urgen dejar atrás, las que nos tienen en esta crisis de violencias que tanto afecta la vida de las niñas, adolescentes y mujeres.
Por Oscar Mendoza Cadena
Twitter: @MisterOMe40
**Imágenes de David Osorio tomados de las redes sociales de Foro Shakespeare
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