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Todos valientes hasta que la enfermera llega con la jeringa

Soy “la chica migraña”.  Ohhhh… aún lo recuerdo, desde tiempos remotos (por ahí de mis 18 años) empecé a sufrir las famosas migrañas. Unos de los males del siglo, dicen por ahí.

El caso es que cuando empiezo a sentir los síntomas primero soy muy valiente, como todos, ¿no? “Ay, con una aspirina se me pasa”, “Ay, con otra aspirina se me pasa”, “Hombre, el ketorolaco sublingual soluciona todo” y así lo seguimos negando hasta que llegamos al punto que  sentimos una bomba atómica a punto de estallar así que hacemos dos peticiones a nuestros seres queridos: “Llévame al hospital o tráeme al confesor que más confianza le tengas”.

Personalmente creo en la trillada frase: “En la vida lo único seguro es la muerte y los impuestos, le agrego enfermarse y que te inyecten”.

Y una vez en el nosocomio no sé qué me asusta más, si “el tienes que quedarte un rato en observación” lo que significa que cada segundo es $$$$$$$$ o que la amable o amable enfermero llegue y te diga: “Es rápida la inyección, no te duele nadita”.

Y allá vamos, muy valientes y aguantarnos las consecuencias de nuestra negligencia ya que la migraña presenta síntomas que controlados a tiempo pueden evitar episodios dantescos y dignos de cualquier tragedia griega.

No es por hacerme la mártir, pero hace un par de semanas me dio un episodio de aquellos. Recuerdo estar viendo una película dominguera y hasta ahorita no sé si se murió o no “el muchacho”, como dice Mafalda. Fui a una clínica privada y me atendieron rápido, me prometieron que me quitarían el holocausto de mi cabeza con un medicamento llamado “Nosécómosellamaperoasísellamasílico” y que actuaría inmediatamente.

Y yo paradita me quedo esperando a la enfermera o enfermero. Llega la señorita, muy amable y sonriente con los instrumentos y cuando me dijo algo así que estoy segura fue “Señorita, por favor, deme el brazo para que encuentre la vena” yo escuché “Ándale maldita, ahora vas a pagar los polvorones que te comiste sin permiso en la primaria”.

La jeringa era enorme, pero ENORME. No vi la aguja porque elegí actuar bien valiente y taparme los ojos y dejar que pase lo que tenga que pasar. Me puse a pensar en gatitos, conejitos, unicornios, cangrejillos playeros y la verdad ni sentí nada. El medicamento resultó tan efectivo que en poco tiempo me sentí bien y  pude retirarme a  a mi hogar.

Ustedes dirán: “Ayyyyy, es clínica privada, en el Seguro Social no pasa eso”. No señores, en todas las instituciones y sin demeritar la capacidad de nadie ocurren situaciones extrañas. Así como cuando vas al Seguro Social con el brazo cortado y te recetan paracetamol o diclofenaco, en cierta clínica privada a la que me vi obligada a asistir porque se me rompió el peroné derecho, el diagnóstico certero y profesional del médico de guardia al ver la hinchazón de mi pierna fue: ¡UAYYYYYYYYYYYYYYY!

En otra ocasión, por un mismo episodio de migraña, quisieron ponerme suero y como no me encontraron mis venas y me negué a seguir recibiendo piquetes, le dije al enfermero que muchas gracias pero mejor tomaba mi Pedialyte u otra cosa. El joven, después de decirme  “te  va a doler” aseguró que mis venas eran muy delgadas y no hizo caso a mis ruegos lastimeros por lo que me pinchó tres veces más en las manos. El nazi Josef Mengele le aplaudiría y lo consideraría su digno alumno.

Tuve que decirle: “Ya, ya, déjalo” e insistí en irme. De todas maneras me cobraron el suero y me lo dieron para llevarme a casa, con todo y jeringa incluida. Pensé: “Oh, lo que siempre he soñado, el regalo más deseado. ¿Y ahora qué demonios hago con esto? ¿Lo pongo de adorno en la sala?

“Pero así son los avatares en los servicios médicos con las complicaciones en los servicios médicos ya sea por nuestra imprudencia o por eventos ajenos. No importa si son públicos o privados porque usted y yo somos quienes hacemos que funcionen como deben funcionar. Dando y dando, señores”. Ahora está muy de moda filmar al doctor o recepcionista que se pone de grosero, o criticar al médico que se duerme con la errónea mentalidad que son nuestros empleados. No, no es tan así.

Las empresas y cualquier institución continúan funcionado gracias a sus empleados, un país sale avante gracias al esfuerzo conjunto de sus habitantes con el gobierno. No lo olvidemos…… Para que el sistema funcione todos debemos poner un bloque de arena, no un granito.

Artículo publicado en Lector Mx: http://lectormx.com/index.php/secciones/opinion/item/22251-todos-valientes-hasta-que-la-enfermera-llega-con-la-jeringa

María del Mar Boeta

Quiere un muñeco tamaño real de Chucky el Muñeco Diabólico. Piensa pagarlo con sueldos de reportera, historiadora y Copy Writer. Escribe bien bonito para el proyecto rock-musical-psicodélico Malosa Mami.

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