Ponle play: discos nuevos de The Wombats, Pinegrove y Boris

Ponle play: discos nuevos de The Wombats, Pinegrove y Boris

Ponle play

The Wombats – Fix Yourself, Not the World

Los de Liverpool hacen un repaso por los sonidos que les han influenciado desde siempre, incluyendo guitarras estridentes y hasta tintes de electrónica suave.

Es estimulante escuchar cómo dejan salir su vena más rítmica al conformar capas de sonido con teclados para sus pistas más bailables y preparar las piezas como preámbulo para un final ruidoso y enérgico.

Son 40 minutos frenéticos que no aspiran a más que servir como acompañamiento a la diversión, dando sentido al título del álbum que propone almas en paz consigo mismas antes que pensar en salvar al mundo.

Pinegrove – 11:11

Los de Montclair no logran dar con ese brillo que mostraron hace unos seis años pero eso no significa que estemos ante un disco pálido. Por el contrario, su coloratura muy personal que da sentido a este trabajo de “reparación”.

Es por eso que sus piezas más fuertes son aquellas que invitan a buscar la fortaleza dentro de la aceptación y el cambio. Es como si Hall quisiera hablarnos del Covid-19 cuando en realidad propone un repaso de nuestros actos a partir del análisis de los suyos.

El auto reconocimiento de los errores cometidos y la compasión son lo que da forma a un nuevo modo melódico de la banda, que transita por el mismo sendero que en “Marigold”, pero con mayor conciencia.

Boris – W

Al trío japonés le encantan los extremos, por eso va de temas de extrema luminosidad a un oscurantismo molesto pero convincente.

Muchas texturas suaves y dream pop conforman este juego auditivo estructurado de forma minimalista que propone minutos de purga partiendo de atmósferas íntimas.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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