Ponle Play: discos nuevos de The Black Keys, RM y How to Dress Well

Ponle Play

The Black Keys – Ohio Players

El esfuerzo por refrescar su sonido es notorio, pero no lo consiguen con tanta determinación, aunque no dejan de entregarnos significativas piezas que afianzan la potencia melódica con la que han desplegado disco tras disco un agradable blues de los setenta.

Se hicieron de la coautoría de Beck para la gran mayoría de temas y encontramos un trabajo que se aproxima al Odelay pero sin demasiado éxito, porque su tratamiento es más cálido que atrevido.

Disfrutable pero limitado en creatividad si pensamos que lo que buscan es llevar su sonido más allá de lo que les hemos escuchado.

RM – Right Place, Wrong Person

Un disco de hip hop lleno de melodías, al modo del R&B y que abraza totalmente la línea que están marcando intérpretes actuales de EU y Reino Unido. No es que se “fusile” los ritmos es de moda, es que los hace suyos y los acopla a esos modos juguetones que conocemos del rapeo asiático.

Se trata de un álbum robusto en sonoridad, arriesgado y que entusiasma ante sus ansias de romper el molde, alejándose de lo que sonoramente había presentado con sus compañeros de BTS y con unas estructura exactamente igual que las letras que suelta con energía: listo para dejarse envolver por el caos.

Por eso sonidos brincan por todos lados en cada una de las canciones y sin duda será la pauta e influencia para todo ese hip hop coreano mainstream que comience a producirse.

How to Dress Well – I am Toward You

Así como en la tapa del disco, en donde vemos muchos trazos medianamente coloridos que simulan un algo que no logramos entender, Tom Krell fusiona noise con R&B y folk para entregar un trabajo versátil, diverso y que es complejo de clasificar.

Se trata de una obra densa que se debate entre ser oscura o ir hacia la luz, con letras confusas que igual abordan el deseo como la muerte y esas líneas en las que convergen ambos conceptos.

Es un intento por desenredar el pop y exponerlo en sus formas más abstractas, pero se pierde en un laberinto de intentos muy a propósito para dejarnos meditando a partir de nuestras propias vivencias: casi como si nos invitara a ponerle una línea más a la pintura de la portada, una muy personal y que abone a ese raro entramado de una forma natural.