Ponle Play: discos nuevos de Ministry, Nadine Shah y Ben Frost

Ponle Play

Ministry – Hopiumforthemasses

No es que sea el álbum más político de la banda, pero si el más variado en cuanto a tonalidades y modos de denunciar el hartazgo y la violencia que los gobernantes ejercen sobre la sociedad estadounidense y, fiel a su pensamiento, Jourgensen no piensa quedarse mirando.

Hay harto trasher e industrial que rescatan la más pura esencia de la primera etapa del “Ministerio”, pero es tan caótico que el concepto no termina por embonar de modo punzante con la idea de un estado que busca aletargar a sus ciudadanos.

La crítica y el sarcasmo están ahí y suenan poderosos pero la cohesión musical no se hace presente, en un evidente esfuerzo del líder de la banda por sacar todo lo que le hace vomitar en estos momentos.

Nadine Shah – Filthy Underneath

No es un disco de sanación cualquiera. Es la conversión de una artista y una mujer que se la ha pasado muy mal y que llegó al borde de la desesperanza, razón por la cual se escucha tanta oscuridad en un trabajo en el que incluso su voz se torna sombría.

Le pasaron tantas cosas que se quedó a nada del suicidio, según ella misma expuso en redes sociales, y el resultado de meses de terapia parieron no sólo una fuerte estabilidad emocional, sino un ejercicio de purga que le permitió alcanzar nuevos niveles, tanto en su interpretación como en sus rangos y melodías. Se deshizo del miedo y el resultado es una maravilla.

Su nueva cara, más rítmica, le sienta bien para reclamara, ahora sí, ese alcance masivo que se negaba a explorar.

Ben Frost – Scope Neglect

Incluso mucho más incómodo que varios discos de metal. El australiano islandés le da a la guitarra un protagonismo áspero que no busca más que hacernos saber cuan importante papel juega en estos momentos el silencio.

Se siente como estar en medio de una densa niebla, con estruendo por todos lados y la paz de pronto llega cuando esos acordes distorsionados quedan vibrando como un eco.

Entre el escalofrío y lo borrascoso, el productor nos bombardea un buen rato con una tremenda carga sonora para finalmente llegar a un espacio de paz, orgulloso de habernos sacudido un buen rato con un baño de ruido que no tenía otro interés que hacernos sentir a gusto cuando finalmente llega la calma.