Ponle play: discos nuevos de James, Ross from Friends y SER

Ponle play

James

Un disco irregular que entrega sus mejores momentos cuando hay referencias claras a lo que los encumbró como una de las bandas emergentes más importantes de Reino Unido.

Al igual que en sus anteriores trabajos después del 2000, la música electrónica sirve como complemente a lo que la agrupación sabe hacer tan bien, con melodías finas y explotando el talento vocal de Tim Booth, quien imprime mucha energía a todos los temas. Lamentablemente, hay una media docena de temas que igual podrían desaparecer y no pasaría nada.

Ross from Friends

El debut en largo del productor británico es una mezcla de diversión con house de formato casero, lo que le viene bien para el nombre que eligió como carta de presentación. Pero al igual que ese personaje de televisión que se la pasa buscando su “sonido”, Felix Weatherall se pierde en referencias a los 90, con sonidos característicos de la música electrónica juguetona, y no llega a ninguna parte.

Y es que a ratos parece que estamos ante un compendio de tonalidades curiosas que se entrelazan de forma incoherente, sin ningún discurso, más que la remembranza del tipo de “Friends” que simplemente intenta sonar a algo desconocido.

SER

El tercer álbum de los argentinos es una prueba de que pueden entrarle a cualquier ritmo sin bajarle al ánimo tropical que se cargan. En modalidad “guapachoso” es cuando mejor jugo le sacan a esa versatilidad que exhiben.

Se trata del pop más energético que han ofrecido hasta ahora, con piezas que suenan poderosas y con los ingredientes necesarios para armar tremenda fiesta en vivo.

Las baladas son necesarias, pero es en formato juguetón donde presentan lo más pulido de su repertorio.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.