Ponle play: discos nuevos de Gone is gone, Sepultura y The Flaming Lips

 

Gone is gone

Es raro que una “súper banda” entregue buenos trabajos; la historia se ha encargado de desmentir que la unión de músicos que provienen de agrupaciones exitosas pueden ofrecer grandes dividendos. Son pocos realmente los que han logrado que esas “voces” provenientes de estilos diferentes cuajen para presentar algo grato. Troy Sanders de Mastodon, Troy Van Leeuwen de Queens of the Stone Age, Tony Hajjar de At the Drive-In y el multi-instrumentalista Mike Zarin se alían para presentar “Echolocation“, un trabajo que tiene dos, tres piezas interesantes y mucho de experimentación.

Lamentablemente suenan a un grupo de jóvenes tratando de descubrir qué es lo que quieren tocar.

El cover de “Roads“, un clásico de Portishead, es emocionante y es los pocos momentos que suenan a algo más definido.

La calidad de stoner y metal que presentan enseña las ganas de hacer algo diferente, pero apenas va en proceso, no es contundente.

 

Sepultura

14 discos. No cualquiera. Sin embargo, esta nueva entrega no sobrepasa los niveles presentados en su primera etapa, donde realmente sorprendían y estructuraban con tino toda sus ansias salvajes. “Machine Messiah” es incluso un repaso cómodo de 10 tracks por los sonidos que han presentado antes.

Tiene momentos notables y es sin duda un disco que los fans de hueso colorado abrazarán complacidos, pues no arriesga y tampoco desilusiona.

Los tamborazos violentos están ahí, la rapidez de las cuerdas y los gritos delicadamente colocados en el espacio justo para explotar.

¿Qué le falta? Probablemente, después de tantos álbumes, ir más allá.

 

The Flaming Lips

No sé ustedes, pero yo estoy acostumbrado a que los de Oklahoma hagan locura y media con sus discos y temas musicales. La nueva, es una ópera rock en donde los músicos A$AP Rocky y Syd Barrett tienen una especie de viaje tipo “Mago de Oz” hacia un sitio en donde todos están acostumbrados a consumir una droga llamada “Oczy Mlody” y dormir es la única forma de salir de sus efectos.

Pero, pese a que el argumento es atractivo y chistoso, no hay nada de esa diversión en el álbum, uno bastante lento para los ritmos a los que nos tienen acostumbrados y con tres temas que bien pueden funcionar como bandera, pero que en su conjunto no terminan por cuajar.

¿O será que no están invitando a consumir el disco en estados alterados? No lo creo, pero no es de extrañar que presenten este tipo de productos, que aunque no son del todo placenteros, da gusto que luego de 14 álbumes sigan retándose a ellos mismos.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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