Olé, el viaje de Ferdinand: un toro de mal trapío y torcida intención

 

No sólo es la animación básica que usa “Olé, el viaje de Ferdinand” lo que le resta puntos entre los productos de entretenimiento infantil, sino el tratamiento tan superficial sobre un tema que provoca escozor como la fiesta taurina.

Desde que los dibujos animados llegaron a las pantallas de cine, esta tradición de humanizar a los animales ha funcionando a sabiendas de que estamos ante una ficción. Y Blue Sky sabe que no tiene porqué explicar estos modos, usados por años por “mounstros” como Walt Disney. Tan es así que sus primeros y exitosos trabajos no tuvieron reparo en poner a convivir a un tigre dientes de sable del Plioceno con un bebé en “La era del hielo“.

Sabemos que animar a estos seres significa, en la mayoría de los casos, trastocar su esencia en busca de un mensaje políticamente correcto o moraleja. Es un filme que ataca directo este problema tan preocupante que significa el bullying, pero la controversia se convierte en arma de doble filo cuando un trabajo que intenta ser aleccionador puede poner a pensar a un niño que un toro no embestirá si se para frente a él, porque probablemente sea pacifista. Manso, tal vez, pero lo otro, no ocurrirá.

“Olé, el viaje de Ferdinand” no pretende ser una cinta antitaurina. De hecho, establece muy bien su tono cuando vemos a una manada huir de un rancho conduciendo un automóvil y una cabra enseñándole a atacar al bovino. Hasta ese punto, Carlos Saldanha no tiene problemas porque sabe perfectamente “ambientar”: al igual que hizo con “Río“, los escenarios donde ocurren sus historias son coloridos y detallados. No ocurre lo mismo con los toros, faltos de vistosidad.

El filme embiste con miedo también el tema de los productos cárnicos y los rastros en donde se procesa la carne que nos comemos a diario. Pero tampoco podemos exigirle crueldad, pues su ritmo y diálogos dejan claro que el público infantil es la meta y los padres tendrán que aguantarse ese humor bobalicón que invade la cinta.

El mensaje de no violencia de “Ferdinand” funciona bien para los chicos, incluso los chistes tiernos y el entorno de este toro amante de las flores. Narrativamente está construido del mismo modo que un animal salvaje desbocado: levantando los pitones por todos lados en espera de que entre todo el jaleo en algún momento acierte.

La anécdota es entonces absurda y simplona. Y es un error pensar que los niños pueden tragarse cualquier cosa por el simple hecho de no tener más edad. Pese a los sentimientos de amistad, compañerismo y verdadera valentía que exalta, el filme se queda a medias porque no pasa de la broma de ocasión y personajes secundarios que alivien la tensión, actividad que realizan con torpeza.

Al final, “Olé, el viaje de Ferdinand” se siente como una cinta que pudo haber significado un excelente corto, o por lo menos, uno más contundente y sin tanto momento de relleno que no abonan a la historia.

Director: Carlos Saldanha.
Guión: Tim Federle, Robert L. Baird, Bard Copeland.
Fotografía: Renato Falcao.
Edición: Harry Hinter.
Doblaje en español: Idzi Dutkiewicz, Raúl Anaya, Mariana Treviño, Armando Coria.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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