Los mejores discos del 2020: británicos

Cuna de importantes movimientos musicales, el Reino Unido se cuece aparte al momento de pensar en lo mejor del años, por eso, como es tradición, repasamos cuáles fueron esos títulos que serán referencia en un futuro y que vieron la luz este año.

Yves Tumor – Heaven To A Tortured Mind

Una mente atormentada, sin duda, ha de estar llena de todo, en su forma más depurada y en bruto. Y así se vino este discazazaso del de Miami, que explora un sinfín de emociones en este trabajo que se caracteriza por la vitalidad con que aborda cada subgénero en un juego por evitar límites y fronteras.

Lo más atractivo de esta propuesta variopinta es la agresividad con la que combate lo convencional, por eso parece por momentos una banda de rock y al track siguiente no sabemos si hay un mezcla de hip hop con beat pegajosos que hacia el final se transforman en el más puro soul.

Tumor avanza sobre géneros con salvajismo y cuando pensamos que no hay nada que una todas estas muestras de su versatilidad nos encontramos con un personaje obsesionado que no puede frenar sus ansias de pertenecer a alguien o algo: un amor, la sociedad, incluso como dueño de uno mismo.

Laura Marling – Song for our daughter

Si lo comparamos con sus dos trabajos anteriores, podríamos pensar que hay una baja de calidad en este nuevo LP, pero en realidad se trata de un intento por explorar sus adentros y para ello no podía hacer tanto alboroto, simplemente sacarle mayor provecho a esa voz tan educada que le caracteriza.

Aunque empieza flojo, el álbum va creciendo en experiencias conforme avanzan los minutos y nos presentan a la inglesa desnudándose track tras track. Ahí está el truco. Su voz suave, tenue, va despojándola de caretas y defensas, para ir poco a poco presentando su lado más íntimo y sincero.

Se trata de una visión particular de la realidad, la cual comparte con nosotros y lo que sería una inocente Laura Marling, un oyente que tiene quizás mucho más que aprender de lo que cree.

Porridge Radio – Every Bad

Un eterno bucle. La banda británica repite y repite la línea central de sus temas hasta llegar a una explosión de emociones que libera todo tipo de sentimientos. Es como oír los segundos previos a una detonación.

El disco es una especie de purga. El cuarteto va canción tras canción intentando convencernos de que tienen menos dudas que nosotros y para elevar este titubeo a niveles más confusos se sirven de un punk muy ruidoso.

El álbum completo es una oda a la catarsis, a las ansias de acumular los argumentos necesarios para escupírselo al otro sin filtros, aun cuando ese “otro” sea nuestra imagen en el espejo.

Working Men’s Club – Working Men’s Club

Que la electrónica sea oscura no significa que no comulgue con las pistas de baile, sólo habría que definir dónde encontramos éstas. Es por eso que los británicos nos presentan el lado sombrío de esas ansias de dejar que el cuerpo se exprese ante tanto encierro y frustración.

El synthpop semiamargo de la agrupación combina el homenaje con el intento de hacer resurgir de entre las cenizas el modo en que la población trabajadora se permitía perderse en los hoyos funki de los 70, entre sonidos decadentes y la problemática obrera de siempre.

Así como el hombre trajeado también debe llegar a la barra para refrescarse y después dejarse envolver por los beats de una bodega con unas cuantas luces coquetas, así la banda construye un “templo” en el que todos son bienvenidos y cuya única condición es ir despojándose de malas vibras mientras melodías ácidas hacen lo suyo para que la purga funcione.

Sault – Untitled (Black Is)

Hasta ahora pocos sabemos de los músicos que conforman Sault. Y parte del enorme éxito del concepto es este anonimato que nos permite entender que las canciones están diseñadas para que entonen todos aquellos que han sentido que la libertad es una ilusión.

Pero no sólo se trata del enigma, Sault es un compendio de géneros que se adaptan a una misma línea temática: un discurso político que es extremadamente vigente, aunque parezca que está enmarcado décadas atrás.

Todo el álbum es una invitación a sumarse al movimiento Black Lives Matter, a comprender la necesidad de levantar la voz para acabar con las injusticias y la segregación en tiempos en que el mundo parece involucionar en vez de ir hacia adelante.

Aunque la base es el góspel, los “cánticos de guerra” igual se aproximan al rock, como al soul y al afrobeat. Los temas de protesta exigen una factura más atractiva más allá de su aspecto funcional. Puede que los cambios no lleguen, pero los modos de exigir que ocurran sí y lo que está haciendo Sault es el gran evento del 2020, por encima de la tragedia sanitaria.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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