En determinado momento, el secretario de Gobierno presume la diferencia entre los actores políticos que conforman cualquier gabinete y equipo de trabajo en el mundo.
Lo que sabíamos es que “Ilusos Espaguetis” opta por entregarnos una realidad cruda y sin aderezos haciendo la realidad imposible de degustar.
La puesta en escena “Ilusos Espaguetis” nos presenta a cinco funcionarios que se reúnen para determinar los pasos a seguir para contrarrestar un escándalo dentro del gobierno.
Mientras cenan espagueti, afloran sus rencores, envidias y ambiciones, en un retrato fiel a los entretejes y manejes de cualquier gobierno, donde las lealtades y los favores se premian, mientras que las voluntades se ponen a prueba.
Con un montaje pequeño, la obra asemeja a un espagueti a la boloñesa, con pocos ingredientes, algunos muy discretos, pero con demasiado sabor, y es que a ratos llega a ser tan turbia que deja de ser picante para convertirse en algo perturbador.
Y aunque a momentos los diálogos intentan aliviar tanta tensión, es imposible. Enfrascados en un intercambio de acusaciones, los personajes presentan su muy peculiar visión de la política y del manejo del país.
Muy a propósito, la dirección de Ana Várguez decide separar a los ilusos de los ejecutores, quienes se nos presentan con tonos diversos, con actitudes altivas y exageradas, determinan ese microcosmos en el que conviven los que buscan servir al pueblo y los que se sirven del pueblo.
La obra representa el debut de la compañía yucateca El Globo, Arte y Cultura en el Foro Shakespeare. Forma parte de la programación con la que se celebran 40 años de ese escenario.
La pieza de Carlos Rodríguez tendrá dos funciones más este sábado 15 de juio, a las 17:30 horas, y el domingo, a las 18 horas.
**Fotos: Juárez Góngora
Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.
