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“Green Inferno”, el pequeño tributo a “Holocausto Caníbal”

Tengo dos que tres que cuatro conflictos con Eli Roth. Así como de repente me gustan sus propuestas como guionista otras veces pienso: Ajá, sí, lo que tú digas.

Lo que no puedo negar, reconozco y defiendo, es que es un gran fanático del horror. No será el mejor productor, director o escritor pero indudablemente es un enamorado del género y ese mismo amor lo lleva a crear historias que pueden llegar a ser originales dentro del cliché- como “Cabaña sangrienta”- o atinarle a crear algo propositivo como la saga de “Hostal”.

Como productor me parece que no tiene tan mal ojo, como vemos en sus apuestas “El último exorcismo” (pero mejor olvidemos la secuela, que tal vez debió llamarse “Te juro que es el último exorcismo, de veritas”) y “El Payaso del Mal” (ay, las ternuritas del doblaje latinoamericano).

Imagen tomada del Facebook The Green Inferno
Imagen tomada del Facebook The Green Inferno

Green Inferno”, que en español titularon algo así como “El No Sé Qué de Qué Se Yo Caníbal”, no puede negar que rinde homenaje al clásico “Holocausto Caníbal” de Ruggero Deodato, de 1979, y uno de las grandes películas dentro del gore. Los más puristas dirán que es una copia pero por el desarrollo del argumento, fotografía y personajes, en la humilde opinión de esta fan del horror, sí es un tributo al que añadieron más sangre y vísceras pero sin ese choque visual que distingue al cine italiano de horror. Lo que no faltó fue la crítica social a la hipocresía de la sociedad y especialmente la estadounidense, lo que da un valor agregado.

La historia es más o menos así (sin spoilers): Justine -interpretada por Lorena Izzo, la dueña de las quincenas del director- es una bella joven idealista y con sueños de cambiar el mundo, decide acompañar a un grupo de ambientalistas a Perú y poner su granito de arena para salvar la selva amazónica de la mano del hombre. En esta parte del filme no pude evitar pensar: “Nuevamente la visión occidental sobre Latinoamérica y sus comunidades originarias, considerándonos menores de edad y bárbaros”. Sin embargo, Roth tiró al traste esta idea nacional reconociendo los errores que comete la sociedad a la que pertenece con un guión sencillo y sin ánimos de ser intelectual.

Naturalmente, algo sale mal y estos activistas, quienes se sentían en la cima del mundo por ser trending topic con su movimiento, caen en manos de una “tribu caníbal” y viven en carne propia “la barbarie” que tanto critican. Vilmente y sin contemplaciones para el espectador, y muy al estilo gore de Roth, se los comieron.

Así pudimos ver como Jonah, el más “chubby” del grupo, era el primero en perecer después de arrancarle los ojos, la lengua, cortarle los brazos y piernas y despellejarlo para luego cocinar un “Jonah enterrado” y disfrutar y compartir los restos. Los demás, bien gracias, encerrados en una jaula esperando su gastronómico destino.

Imagen tomada del Facebook The Green Inferno
Imagen tomada del Facebook The Green Inferno

En esta ocasión Eli Roth no da muchos descansos al espectador. Es un acto de canibalismo tras otro y otro, presentados con lujo de detalles, que si el espectador menos entrenado en el cine de horror ve esta película seguro querrá saltarse el almuerzo, cena y desayuno. Durante un tiempo todo lo verán rojo, puedo apostarlo.

Desde luego todavía queda consciencia y salvación y acá es el punto de rompimiento con Deodato, quien no dejó margen para redención. Justine representa lo moralmente correcto -¿alguna alusión al Marqués de Sade, tal vez?- y ella se vuelve el único puente de entendimiento entre dos sociedades a las que le cuesta muchísimo respetarse.

He leído por ahí comentarios diversos sobre “Green Inferno”, ya saben, que si es un bodrio y otros que la alaban como la última gran obra maestra. Para mí no es más que un pequeño tributo, un capricho que Eli Roth se quiso dar y que lo puede hacer, aportando su toque para crear un filme que seguramente sus fans acérrimos valorarán

María del Mar Boeta

Quiere un muñeco tamaño real de Chucky el Muñeco Diabólico. Piensa pagarlo con sueldos de reportera, historiadora y Copy Writer. Escribe bien bonito para el proyecto rock-musical-psicodélico Malosa Mami.

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