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Anomalisa: cuando los muñequitos quieren ser felices

 

Llevamos siglos sobre este planeta y nadie es capaz de describir exactamente cómo funciona el amor. El concepto ha tratado de definirse en unas cuantas líneas y los diccionarios más completos no logran abordarlo en su totalidad. Porque los seres humanos somos distintos, todos, no hay dos igual aún cuando se asemejen apariencia o tengan ideas similares. Charlie Kaufman, ese encumbrado gurú del cine independiente, lleva varios guiones tratando de explicarse el porqué. Y en Anomalisa no lo consigue, pero nos da una idea bastante animada, en lo visual, triste en el argumento.

Para tal fin, Kaufman vuelve a elementos que ha usado antes como los rostros y esencias semejantes de “¿Quieres ser John Malkovich?”, el ser humano evolucionando a partir de un sentimiento de “Human Nature” o la idea de dejar atrás los recuerdos porque nos hacen daño y no comprendemos los porqués de “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”. Y repasando esa filmografía encontramos que “Anomalisa”, pese a ser un filme animado, es el más humano y pesimista de todos.

Michael Stone es un exitoso motivador profesional, sus libros han inspirado a que las empresas y sus empleados mejoren sus rendimientos y la paradoja es que sus consejos no tienen efecto en su vida personal: es el ser más anodino y triste que uno pueda conocer. Y esa incapacidad del protagonista para relacionarse con la gente y encontrar la felicidad es lo que hace de “Anomalisa” una cinta redonda: nos sentimos tristes por un tipo que no se entiende y mucho menos es capaz de comprender a los demás. Y somos nosotros, en algún momento de nuestras vidas, buscando las alegrías en los sitios equivocados.

Lo verdaderamente glorioso del filme dirigido al alimón por Kaufman y Duke Johnson son las múltiples capas, los escenarios, lo que ocurre a espaldas de Michael y lo que significa para el protagonista: nada. En lo que él se regodea en su insulsa existencia, hay gente a su alrededor que le encumbra como ejemplo a seguir. La historia constante: todos son buenos para dar consejos, no para seguirlos.

Con buen tino, los realizadores ocupan sólo tres voces para dar vida a su animación en stop motion: David Thewlis, quien hace de Stone; Jennifer Jason Leigh que presta sus tonos para Lisa y Tom Noonan que da voz a todos los demás. Sí, ya sea hombres, mujeres, niños. Todos suenan igual, para el protagonista todo le representa lo mismo. Por eso se enamora de esa chica que conoce por casualidad, porque se escucha diferente. Y ahí está el amor. No, no es amor, es ilusión, es un engaño, es nada, pero por un momento, la necesidad de encontrar a alguien especial permite que Michael imagine que ella es todo.

No sólo eso: los personajes secundarios también se ven igual. No sólo suenan a lo mismo, sino que su apariencia no varía, nada es diferente. De nuevo, eso que a cualquier ser humano le ha ocurrido cuando llega la depresión o, en caso extremo, la desesperanza: nada cambia, todo sabe igual, todo es similar.

Pero ¿por qué hacer un filme animado? ¿por qué no con actores? Y resulta que para los directores forma y fondo tienen que fusionarse. El stop motion, esa técnica que ocupa imágenes estáticas y que al seriarse dan la idea de un movimiento continúo. Ese es Michael, esa es la vida, así nuestro proceder en ocasiones, quietos, sin movimiento, la existencia por el simple privilegio de vivir, sin móviles ni motivaciones, muchas veces sin sentido.

Es, de modo cínico, el retrato del farol de la calle y oscuridad de la casa, y es al mismo tiempo la historia de siempre, la anécdota que en determinado momento todos contamos: chico conoce a chica y… las cosas no salen bien, probablemente nunca lo estarán, pero queda la anécdota, la experiencia y se supone que uno debe de seguir.

En la superficie es una trama simple. También la vida. Se supone que existimos y la única finalidad de ese periodo de tiempo es el de ser felices, encontrarle un sentido al tiempo que se nos ha concedido ¿o no? Si nos fijamos en los detalles, si lo analizamos, si aún no logramos salir del hoyo, cualquier que sea el problema, entonces, resulta que no es tan fácil. “Anomalisa” es exactamente igual. Por eso es majestuosa, porque es, para la buena fortuna de quienes buscan películas diferentes, una anomalía en las carteleras inundadas de blockbusters y producciones rígidamente apegadas a la fórmula.

Anomalisa ( 2015)

Dirección: Duke Johnson, Charlie Kaufman.
Guión: Charlie Kaufman.
Voces: David Thewlis, Jennifer Jason Leigh, Tom Noonan.
Fotografía: Joe Passarelli.
Edición: Garret Elkins.

Texto publicado en Azteca Noticias.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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