En el Teatro Jorge Negrete, Qué desastre de función hace algo que pocas obras se atreven a intentar: convertir el caos en un deporte olímpico.
Desde el primer minuto queda claro que aquí nadie va a fingir que el teatro es perfecto. Al contrario: la puesta abre la caja negra, revuelve su contenido y lo exhibe con descaro, como diciendo: “si va a fallar, que por lo menos falle con estilo”.
La premisa es gloriosa en su simpleza: una compañía intenta estrenar una obra que, desde el ensayo general, ya está pidiendo auxilio. Pero lo que en cualquier escenario sería motivo de pánico, aquí es combustible. Puertas que se atoran, objetos que parecen tener voluntad propia, actores que se confunden entre los enredos amorosos y las urgencias técnicas… todo compone una coreografía del desastre tan bien armada que termina pareciendo un truco de magia invertido.

Uno de los grandes aciertos del montaje es su jugoso juego metateatral: teatro dentro del teatro. Actores interpretando a actores que actúan mal a propósito. Una obra que no solo se rompe a sí misma, sino que se burla del intento de arreglarla. Esta idea, tan poco común en la cartelera, convierte la experiencia en un espectáculo doble: uno que muestra lo que debería pasar y otro que muestra lo que jamás debería pasar… pero de manera deliciosa.
La escenografía es una especie de personaje neurótico. Gira, se tambalea, se voltea, colapsa. A veces parece ayudar; otras, está claramente conspirando contra los intérpretes. Su doble cara permite ver el frente y el backstage, como si el público tuviera un pase VIP a todos los chismes del montaje. Y sí, la escenografía también tiene errores. Y sí, son a propósito. Y sí, funcionan mejor que muchos chistes de comedias tradicionales.

En un panorama teatral lleno de producciones que persiguen la santísima perfección técnica, Qué desastre de función llega a patear la mesa con una frescura deliciosa. Su ingenio radica en una idea que, cuando se explica, suena simple, pero ejecutarla es una locura milimétrica: una obra que muestra el caos de montar una obra. Es raro verlo, muy raro. Y ese riesgo convierte cada caída y cada tropiezo en un momento intrigante que provoca risa, asombro y una especie de incredulidad cómplice: “¿cómo pueden equivocarse tan bien?”.
El elenco lo hace posible con una puntería quirúrgica para el desastre: Anahí Allué, Pedro de Tavira, Ximena Romo, Mario Alberto Monroy, Pamela Almanza, Roberto Duarte, Mariana Gajá, Marco Antonio García y Fer Córdova forman un equipo que parece tener un pacto invisible. No hay caída sin quien la sostenga, no hay error sin quien lo dispare, no hay gesto perdido sin quien lo convierta en detonación de risa. La química entre ellos es tan evidente que da la impresión de que llevan años ensayando cómo fallar.
La dirección, por su parte, entiende algo que muchos montajes olvidan: el teatro vive de lo inesperado. En lugar de disimular las fisuras, las abraza. En lugar de esconder los nervios, los convierte en músculo. El resultado es un espectáculo que, sin discursos ni solemnidades, termina siendo un homenaje sincero (y carcajeante) al oficio: correr, resolver, apagar incendios, reírse de los tropiezos y volver a entrar a escena como si nada hubiera pasado.

Qué desastre de función no solo arranca carcajadas: ofrece una mirada íntima —y desvergonzadamente honesta— al teatro crudo, el de las noches donde algo se cae, alguien se pierde, un objeto no aparece y aun así la función sigue. Es una invitación a reírnos del caos, pero también a admirar la pericia de quienes lo convierten en arte.
Y cuando el telón baja —sin caerse, milagrosamente— queda la sensación de haber visto un pequeño prodigio: una obra que celebra lo imperfecto con la gracia de quien sabe que la vida rara vez sale como estaba planeada. Entre tropiezos, enredos y rebeldías escénicas, aparece una verdad simple y luminosa: a veces, lo que se derrumba hace brillar más que lo que permanece intacto. Y ese, en el fondo, es el encanto de este desastre maravilloso.
FUNCIONES
*Lugar: Teatro Jorge Negrete, Ciudad de México
*Temporada: 7 de noviembre al 28 de diciembre de 2025
*Horarios: Viernes 20:00; sábados 17:00 y 20:30; domingos 17:30
*Boletos: $450–$850 en Ticketmaster y taquilla
Fotos y texto: Alma Olivares

