Ponle Play
Hayley Williams – Ego Death at a Bachelorette Party
Pues son canciones que suenan a terapia, con su respectiva dosis de autoanálisis y reflexiones que no precisamente ofrecen una respuesta, lo que le convierten en un disco todavía más personal que los anteriores, pero con una musicalización más brillante y acorde con los sentimientos que expone.
Es una cadena de confesiones y un dedo que no sólo se hunde en la llaga, sino que hasta se revuelve para hacer un intento de purga, acompañando el acto con una dosis ligera de optimismo.
La libertad creativa total que expone demuestra la tremenda miopía y estupidez de muchos de quienes dirigen los sellos musicales grandes, pues con menos recursos, Williams logra demostrar que está lejos de ser un músico que vive del recuerdo de los años de mayor exposición.
Djo – The Crux
Un álbum lleno de momentos pegajosos, pero con un ir y venir de sonidos power pop de la calle que parecen no tener más interés que presentarse diverso.
Su intención de venderlo como conceptual sólo se explica como la conjunción de personalidades y ánimos que pueden encontrarse al mismo tiempo en una plaza pública.
Con cierta ironía en sus letras, es un trabajo divertido que deja buenas sensaciones pero no es todo lo complejo que nos prometieron. Pero su esencia retro y sus guiños a lo vivido tras su popular irrupción como actor están buenos para pasar el rato.
Rocío Márquez – Himno Vertical
Una obra conceptual flamenca valiente, como un salto al vacío, pero con la certeza de quien se deja ayudar por la guitarra de Pedro Rojas Ogáyar para un tránsito estilizado e intenso.
Es una suerte de ejercicio de sanación pero muy ornamentado y con la estética propia del género, una que se da gusto en la experimentación mientras intenta dar sentido a la existencia como este caída de la vida hacia la muerte.
Entre varios fandangos y quejíos, el álbum se presenta como un ritual que intenta incesante el renacimiento para, ahora sí, atesorar cada soplo de vida.
