Un amor inseparable: de la construcción de las relaciones y las comedias románticas diferentes

 

Cuando pensamos que las comedias románticas no tienen más por ofrecer, siempre aparece algún producto que significa una bocanada de aire fresco que lo desmiente y este año difícilmente haya cinta que pueda destronar a “Un amor inseparable” como la mejor producción de este tipo del 2017.

El cine se ha empecinado en hacernos creer, una y otra vez, que el amor es algo que llega como un rayo, que te paraliza y deja sin aliento, que el enganchamiento a primera vista es posible y que todo se detiene cuando esa persona aparece de la nada para trastocarnos la existencia. Y es un craso error.

The Big Sick” tiene esa enorme virtud de dar prueba de que la realidad es siempre más apabullante que la ficción. Porque el amor, las relaciones sólidas, las que representan compañía y compromiso son las que se van forjando con el tiempo, con el entendimiento de las virtudes y defectos del otro.

Estamos ante un producto que se olvida de todos los clichés del género y ofrece una visión honesta, real, donde no hay un amor de película, o mejor dicho, sí, pero parte de la cotidianeidad.

El encuentro de Emily (Zoe Kazan) y Kumail (Kumail Najiani) es tan normal e intrascendente como el de millones de historias de relaciones que han jugado este ir y venir que significa decidir si la otra persona es la indicada. Esa es su riqueza: no hay canciones espectaculares detrás de una persecución de ensueño para alcanzar al amor de tu vida.

Las trabas para que este par consiga esa unión ideal son tan comunes como caminar por la calle y encontrar perros, personas, situaciones de a diario. Si bien en medio del romance se cruza una enfermedad poco común, la cinta adquiere otro nivel por realzar los detalles.

 

Entonces tenemos a un pakistaní estadounidense que hace shows de stand up con miras a convertirse en un importante comediante y a una chica promedio con aspiraciones profesionales normales pero con un aura tan brillante que puede iluminar una habitación. El problema no sería mayor de no ser porque el protagonista se debate entre el estilo de vida que sus padres han elegido para él y cómo esta herencia impide que la chica en cuestión se convierta en su pareja oficial.

Y todo parece transitar hacia la dinámica de felicidad – conflicto – felicidad de las cintas románticas habituales hasta que los guionistas deciden, de modo inteligente, introducir a otra pareja en el escenario para indagar más en el tema de las diferencias y problemas que cimentan una relación: los padres de Zoe aparecen cuando su hija cae en coma.

Y es entonces cuando la mano de Michael Showalter pone cada cosa en su lugar, logrando que los personajes de Holly Hunter y Ray Romano sean igual de importantes que los protagonistas sin robarles brillo.

Para presentar el matrimonio en crisis que debe sumar a sus penas el debate entre la vida y la muerte de su hija, el director elige un ritmo pausado que funciona perfecto en un duelo donde la señora Hunter sale mejor librada (nominación al Oscar como mejor actriz de reparto casi segura por lo hecho en pantalla), cadencia que no cuadra para nada con las dinámicas del género, lo que enaltece el riesgo, pero más el resultado.

La vida puede ser encantadora. Pese a todo lo es. Pero no miramos los detalles, los momentos mágicos, los que se crean incluso cuando una pareja está a punto de romperse el alma por un pleito superfluo en un supermercado o cuando ambos se encuentran en un pasillo de la casa y de la nada se dan un beso. De eso se trata “Un amor inseparable” (horroroso título que le dieron al filme, cuyo nombre es, evidentemente, una referencia exacta de lo que representa el amor).

El amor, esa “enfermedad” que va minando poco a poco el cuerpo hasta que nos encontramos en la disyuntiva de ceder y dejar que, como un virus, domine nuestro actuar o combatirlo hasta que salga de nosotros, encuentra en este filme uno de sus retratos más tiernos y fidedignos. Pese a las condiciones de sus personajes, todos, prácticamente todos quienes alguna vez han sentido algo especial por un semejante, podrán sentirse identificados.

En “The Big Sick” la propuesta no es llorar por lo que no se puede o no fue, sino dejar escurrir las lágrimas de alegría por lo que sí se logró y ocurre día a día.

 

The Big Sick (2017)

Director: Michael Showalter.
Guión: Emily V. Gordon, Kumail Nanjiani.
Reparto: Kumail Nanjiani, Zoe Kazan, Holly Hunter, Ray Romano.
Fotografía: Brian Burgoyne.
Edición: Robert Nassau.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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