The Square: cuando el arte y el absurdo se encuentran (una vez más)

 

¿Qué es el arte? Según la definición de diccionario, es la “actividad del ser humano que persigue exaltar los valores estéticos por diversos medios, intentando evocar ciertos sentimientos”. Palabras más, palabras menos. Lo complicado viene cuando se trata de definir qué lo es y qué no.

“The Square” es un maravilloso filme en donde se utiliza esta ambiguedad del arte moderno para ponernos de rodillas como sociedad y descabezarnos ante nuestra falta de tacto para ponernos en los zapatos del otro.

Ruben Östlund se burla de curadores de arte, compradores, artistas, periodistas… hasta de los mendigos. Todos entran, todos son bienvenidos a esta “masacre”, que parte de la historia del director de un museo que quiere dar a conocer la más reciente exposición del recinto: un espacio reducido iluminado en sus bordes que invita a la comprensión del otro.

¿Se logra? ¡Por supuesto que no! Porque estos personajes son satirizados en su cotidaneidad. En palabras del propio protagonista, el arte es una farsa, lo que importa es el dinero. En “The Square” somos ese museo capitalizado en donde todo es cuestionable pese a las buenas intenciones que a veces nos invaden.

Hipocresía y cinismo en armonía. Es lo que consigue el director con un montaje vertiginoso, que sabe hacer pausas cuando debe para ver la crisis existencial y moral que en determinado momento invade al director del museo, quien debe lidiar con comunicadores inexpertos que se creen periodistas por el simple hecho de tener un micrófono o una cámara; con publicistas a los que no les importa el mensaje, sino convertir virales los contenidos en redes sociales; empleados de recintos culturales cuya preparación es equivalente a la de un niño de primaria.

El cineasta sueco nos invita a carcajearnos de nuestra endeble moralidad, de este rol de necesitado y solidario. ¿Cuánta de la ayuda que pedimos realmente necesitamos? ¿De dónde salen nuestros prejuicios?

La paradoja está ahí, en ese gran cuadro que nos invita a la tolerancia, a respetar al otro y sus urgencias, pero no podemos. Se supone que es el mundo, pero éste es vasto y complejo. “The Square”, ese pequeño espacio que se va construyendo visualmente al comienzo del filme y metafóricamente conforme avanza la cinta, es ínfimo, como nuestra paciencia y sentido de colaboración.

A diario vemos espacios “ultramodernistas” que venden un tinaco pintado de colores como el último grito del arte, cubetas con agua o cualquier otra cosa de la vida diaria que representa más una “chaqueta mental” que un ejercicio de reflexión que parte de una investigación y el intento de diálogo a partir de un conocimiento. La película es un dedo señalando esta estúpida broma que significa mucho del llamado arte moderno.

A la vez, Östlund se mofa de las buenas intenciones, validando esta máxima que reza “de buenas intenciones está lleno el infierno”. Querer no es hacer y “The Square” está lleno de tipos que quieren ser cultos pero sólo pagan para entrar a un museo, de publicistas que quieren llevar un mensaje pero están más preocupados por el clickbait, periodistas que dicen comunicar pero que apenas encuentran una historia morbosa para vender se olvidan de lo verdaderamente importante.

Es un clásico inmediato, por la forma de reírse en nuestra cara de nuestra incultura, la frivolidad con la que nos conducimos y esta falsa careta de conocedores que arrojamos con desdén a quienes ignoran lo poco que nosotros sabemos.

“The square es un santuario de confianza y afecto. Dentro de él todos tenemos los mismos derechos y obligaciones”, dice el letrero que da la bienvenida a ese “cuadrado” que genera tanta confusión. Es el mundo, es la ciudad, es la colonia, es el espacio donde vivimos y en el que se supone debemos apreciar al semejante. Pero no. Por eso Östlund elige el mundo del arte, en donde cualquier snob cree que puede mirar por arriba a los que no comparten sus “refinados” gustos.

Lo más importante es que el cineasta utiliza estas esferas para retratar el contexto en el que vivimos. No sólo es el arte, es el día a día, la beneficencia, el trato con las personas con quienes convivimos todos los días. Para el director se trata de esta Europa moralina, pero este tufo está en todos lados, en cada rincón. En cada megalómano que siente que necesita ser escuchado por el simple hecho de tener una red social.

A estas alturas, nos hemos convertido en una sociedad donde los que dicen que saben, se guardan sus pequeños conocimientos para ellos mismos con el fin de que se les rinda pleitecía. Cuando se supone que se tendría que difundir el saber. Como con el arte, que debería de incluir, no excluir.

 

The Square (2017)

Dirección y guión: Ruben Östlund.
Reparto: Claes Bang, Elisabeth Moss, Dominc West, Terry Notary.
Fotografía: Fredrik Wenzel.
Edición: Jacob Secher Schulsinger, Ruben Östlund.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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