Stranger Things: la vuelta a los 80 nunca fue tan mágica

 

La nostalgia vende. Es así porque cuando niños y adolescentes no teníamos los recursos económicos para comprar todo lo relacionado con nuestras series de televisión o películas favoritas. Dependíamos de nuestros padres. Es por eso que ahora existe una competencia sin cuartel para revivir lo que antaño tuvo éxito y la mayoría de las veces los resultados no son malos, sino lo que le sigue: pésimos.

Y es así porque no se trata de rescatar la esencia de eso que tanta alegrías nos brindó a los que ahora conformamos el grupo de adultos contemporáneos, sino que el principal móvil es el económico. Nadie está peleado con su dinero, pero sacar mercancía por doquier de un producto con el afán de llenarse los bolsillo de billetes es de mercenarios.

 

Cuando se trata de una producción que presume valores artísticos lo de preservar las esencias se convierte en punto medular, sobre todo porque es la forma en que los involucrados muestran su verdadero rostro: van tras el logro económico o sobre el interés como realizadores.

Y es ahí donde la “nueva televisión” está ganando terreno sobre su competencia abierta y en tv de paga. Lo que está logrando Netflix es que los creadores puedan trabajar conceptos con total libertad sin el temor de perder enormes cantidades de dinero.

 

Gracias a lo anterior es que llega a nuestras pantallas una serie como “Stranger Things”, un golpe de nostalgia que no pretende cobrarnos intereses, simplemente funciona como una máquina del tiempo que mezcla todo aquello que nos hizo maravillarnos con la conformación de universos extraordinarios y fantásticos.

Claro que hay “momentos prestados”, pero esa vuelta a los años 80 se hace con respeto, no como una carnicería en donde salen retazos volando por todos lados sin sentido. Aquí hay guionistas realmente enamorados de sus recuerdos y eso es lo que se aprecia en la serie de los hermanos Matt y Ross Duffer.

 

En un pueblo de esos olvidados por dios en Indiana, Estados Unidos, un niño desaparece y su búsqueda va revelando de a poco los secretos que encierran las paredes de una institución del gobierno.

Lo de “Stranger Things” alcanza niveles de brillantez porque es entretenimiento puro, pero inteligente, al nivel de otras series de misterio como “La dimensión desconocida”, “Los expedientes secretos X” o “Picos Gemelos”. En todas ellas converge un sentido de respeto hacia el espectador, tratan de convertir a los televidentes en cómplices, en detectives, pero mejor aún, de involucrarnos en un universo plagado de referencias que serán comunes a quienes vivieron su niñez y/o adolescencia en los 80.

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Y se nota que el par de hermanos repasó una y otra vez lo hechos por íconos de esos tiempos como Spielberg, Donner, Dante, Zemeckis, y otros tantos que regalaron horas y horas de entretenimiento a quienes nos fascinamos para aquellas fechas con el formato Beta en donde podíamos ver hasta el cansancio nuestra escena favorita.

“Stranger Things” es amor del bueno, amor a una década, porque también se atreve a lanzar referencias semi ocultas, no se trata de encontrar el “easter egg”, sino de reconocerlo, disfrutarlo y compartirlo. Por eso la aparición de producciones como “Evil Dead” o “The Thing”, los guiños musicales que son un complemento perfecto para lo que estamos viendo.

La cosa se pone mejor si para hacer compañía a la pandilla de frikis que protagonizan la serie ocupas a una mujer que fue referente de lo raro en esos días: Winona Ryder, en un papel que le valdrá para varios reconocimientos, ya acomodada en los roles de madre.

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Más allá de los sustos o la tensión por lo que sucede, el enorme mérito de “Stranger Things” es que tiene la capacidad de volvernos a hacer niños, de regresarnos ahí, al sillón de la casa, a la televisión enorme de bulbos, al visionado de momentos tan deliciosos como “The Goonies”, “Alien”, “E.T.”, “Poltergeist”, entre otras cintas que nos hicieron celebrar desde pequeños la gloria del cine.

 

Ahora viene en formato compacto y no se trata de romperse la cabeza, se trata de disfrutar. Es tan adictiva como el chocolate e igual de deliciosa, pese a los pocos momentos en donde se le puede reclamar alguna laguna argumental.

Seré honesto: al momento de escribir este texto no he visto aún el capítulo final. Es el que me falta. Pero estoy seguro que será tan sorprendente y enigmático como el resto de la mini serie. Así es como se hace un homenaje, sin copiar como calca, simplemente pensar que quien tiene el control remoto en la mano no es tonto y agradece cuando motivan a la imaginación y al goce de nuestros niño interior.

Stranger Things. Season 1 (2016)

Directores: Matt Duffer, Ross Duffer, Shawn Levy.

Guionistas: Matt Duffer, Ross Duffer, Jessie Nickson-Lopez, Justin Doble, Paul Dichter, Jessica Mecklenburg, Alison Tatlock.

Protagonistas: Winona Ryder, David Harbour, Finn Wolfhard, Millie Bobby Brown, Gaten Matarazzo, Caleb McLaughlin, Natalia Dyer.

Edición: Kevin D. Ross, Dean Zimmerman.

Fotografía: Tim Ives, Tod Campbell.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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