Imagen: Revista Kuadro.

Ponle play: discos nuevos La Banda Bastön, Una Healy y Los Campesinos!

 

Una Healy

Pues tiene country, pero la idea es mezclar el pop con el género porque ya se sabe que busca abarcar a fanáticos de todas las edades. Y el problema es que en las generalidades encontramos un disco que suena exactamente igual a todos aquellos que buscan que el disco “pegue”.

 

Los Campesinos!

Es difícil aproximarse a un nuevo disco de una agrupación que disfrutas tanto. Y eso me pasa con los galeses, que hay cuatro o cinco temas que me encantan y termino justificando que el resto del álbum sea tan dispar.

Y siguen cantándole a los temas con los que comenzaron: la muerte, tan recurrente entre sus canciones, los problemas propios de los treinteañeros, y esa variedad de tempos con lo que suelen jugar siempre.

Desde luego, esas letras tan misteriosas son las que siguen funcionando como gancho, pues se prestan a múltiples interpretaciones y eso sigue ahí, intacto, con los mismos ritmos del pop que dicen es indie pero que es más cercano a lo que en los 90 se llamó “rock alternativo”, porque simplemente no se puede clasificar.

 

La Banda Bastön

Lo que tienen estos cabrones es que no hay artificio en ellos, suenan a barrio, son del barrio, no les vienen con cuentos, por eso pueden explotar el beatbox y rasgar disco para hacer una base precaria pero suficiente para que sus rimas den prueba de que le cantan a lo que conocen, lo han vivido.

Ahora que el hip hop se fabrica desde una disquera y no desde la experiencia personal, los de Baja California Sur saben que la autenticidad es lo que permite que más curiosos se acerquen a su música. Y pese a lo que se menciona, los fantasmas que les rodean están más que dominados.

 

 

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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