Ponle play: discos nuevos de Lykke Li, Let's Eat Grandma y Wet Leg

Ponle play: discos nuevos de Lykke Li, Let’s Eat Grandma y Wet Leg

Ponle play

Lykke Li – Eyeye

Cuando la música acompaña al dolor surge trabajos como éste, en el que la sueca parece dar rienda suelta a su angustia con coros en lo-fi, que suenan como si de fantasmas se trataran.

La cantautora construye una atmósfera nubosa para recorrer con ella un trayecto sombrío y monótono, al modo de quienes se obsesionan con una relación y terminan creando algo mucho más tóxico que aquello de lo que pensaban escapar.

No es un álbum cómodo, incluso se asemeja a la banda sonora de una cinta en donde todo acaba mal.

Let’s Eat Grandma – Two Ribbons

Con referencias claras al pop ochentero, el dúo añade momentos totalmente funkies a un trabajo en el que sueltan muchas interrogantes existenciales que es probable que nunca nadie pueda responder.

El juego de dualidades en el disco es notorio con una primera mitad electropop y una segunda en la que se abandonan a la nostalgia y los ratos semi amargos.

Además, optaron por componer por separado pero no se escucha tal división ni distancia, por el contrario, se oyen más cohesionadas que nunca.

Wet Leg – Wet Leg

No hay dúo más cínico (y por tanto divertido) en este momento como las británicas, que se pitorrean de ellas mismas y de la industria con sus guitarras estridentes y sonidos alocados.

Tienen una habilidad salvaje para hacer melodías y aunque son notorias sus influencias y referencias, no suenan a ninguna de ellas porque saben construir su propio modo desgarbado y entretenido para celebrar su amistad con sintetizadores y coros pegajosos.

El brillo es innegable y la diversión garantizada. Quizás no sea un derroche de complejidades técnicas o musicales, pero de que saben armar tremendo relajo y van por ello es evidente y agradable.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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