Imagen: Quarter Rock Press.

Ponle play: discos nuevos de John Mayer, Natalia Lafourcade y Mac Demarco

 

Mac Demarco

Lejos del formato “sonrisas” del ídolo canadiense, ahora encontramos un trabajo más reflexivo y con momentos luminosos y pesados por igual.

Con harta melancolía, el autor va cantando historias sobre el envejecimiento y otros temas más personales. Afortunadamente, no deja de lado el relajo, entregando una placa mitad introspectiva y mitad extrovertida.

No es todo lo festivo a lo que nos tiene acostumbrados, pero es un muy buen ejercicio.

 

Natalia Lafourcade

La veracruzana realiza un segundo compilado desde aquel homenaje a Agustín Lara y presenta un trabajo súper maduro que consolida esta nueva etapa musical en la que se encuentra, demostrando la enorme influencia que tiene en su carrera los boleros.

Las canciones inéditas de Lafourcade para nada desentonan con los temas clásicos en este material, que evita cualquier uso de instrumentos electrónicos para darle un sonido vetusto con cuerdas muy juguetonas y arreglos que dan una sonoridad especial a un trabajo muy limpio y alejado de cualquier falsa pretensión.

Hay tal honestidad que no queda más que aplaudir el camino elegido por la mexicana, orgullosa de sus raíces y desprovista de cualquier intento de explotar las modas. Su amor por el ayer es genuino y lo canta con enorme sentimiento. Y lo trasmite en cada nota. Otra vez va a colar una producción entre lo mejor del año.

 

John Mayer

En un disco sumamente íntimo, hay varios temas que suenan a complemento. Raro para un hombre lleno de composiciones brillantes, que aquí desnuda el alma de un modo poco antes escuchado.

Quizás es esa necesidad de sacar los demonios los que no permiten que todo ese talento explote como en otras ocasiones, porque son más las ganas de tocar ciertos temas y explorarlos que la inspiración arropada por todo ese virtuosismo que le caracteriza.

 

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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