Ponle play: discos nuevos de Forth Wanderers, Los Kowalski y Edgar Oceransky

Ponle play

Forth Wanderers

Entre el extinto llamado rock emo y los ritmos más populares del denoninado indie, el quinteto de New Jersey tiene la fortuna de seguir armando música pese haberse formado en el colegio, condición que no muchos pueden presumir. Todavía mejor, sus demos sirvieron como base para la conformación de su debut en largo, pero ese sonido lo-fi sólo fue pulido para darle un estirón y llevar sus letras íntimas a otros niveles sonoros.

Del modo más básicos, con riffs de guitarra que son complemento de la angustia adolescente, estos jóvenes frustrados dan prueba de que podrían el día de mañana convertirse en referentes de una generación cada vez más desencantada de su falta de talento para comunicarse, situación que la banda ha sorteado con tino, al menos en esta carta de presentación.

Los Kowalski

¡Qué maldito pinche gusto que desde Mérida, Yucatán haya salido un trabajo tan luminoso! Como debut construyen un “tour de force” que da prioridad a los instrumentos por encima de las voces, creando entornos espaciales e invitando, tanto con el nombre del disco como con sus sonidos a “dejarse ir”.

Un trabajo que, sacudidos de distractores y siguiendo al pie de la letra la recomendación, sin duda nos transporta a nuestras propias entrañas y pensamientos para descubrirnos transitando por un disco lleno de misticismo y calidez.

Edgar Oceransky

Aunque coquetea con un sonido similar al rock and roll de los sesenta el cantautor chilango le pone más corazón a la trova que le caracteriza, reforzando el canto al amor que le ha acompañado por más de veinte años de trayectoria.

En su nueva producción resalta los vínculos que ha creado con sus cercanos y con aquellas personas que alguna vez fueron prioritarias y no lo son más.

Los fanáticos de su música no podrán estar más complacidos, pues encontramos un autor más accesible y con una vena más comercial.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.