Imagen: Sonidos Sumergidos.

Ponle play: discos nuevos de Animal Collective, Oleta Adams y Las Odio

Animal Collective

Los fans de antaño podrán renegar que se han vendido, mostrando su lado más comercial, pero es notorio que están en un punto donde hacen lo que les venga en gana, se divierten y son de los pocos que pueden decir que en este recorrido de la música independiente siguen experimentando, quizá buscando su sonido definitivo.

Lo único claro es que ahora hay un exceso de sampleos y ambientes tribales que le dan cierto aire festivo a los 4 temas que conforman su nuevo EP. Y, pues nada, nada sorprendente, pero tampoco es un desperdicio.

 

Oleta Adams

Llega un momento en que la trayectoria da para poder tomar los temas de tu predilección y hacer tu propia versión de ellos. Y la señora Adams, con sus más de 40 años haciendo música tocando y cantando en bares y diversos escenarios importantes, junto en un disco canciones clásicas de Joni Mitchell, Frank Sinatra, entre otros, para blusear a gusto.

Lo mejor: los arreglos. Contrario a esos álbumes que abundan en donde toman temas pop para convertirlos en música de elevador, aquí hay un respeto total a las bases y con un sentimiento apabullante, pero, se pasaron de duración y de entusiasmo, logrando una placa deliciosa pero harto prolongada.

 

Las Odio

¿Y cómo no van a estar enojadas si compiten en una industria donde las mujeres palidecen en número contra los hombres? Con tonos punk y garage, las españolas están agitando la escena con su música “sucia”, pero sobre todo con letras que dejan claro que no viven más esa generación de la damisela en peligro o de la chica que necesita ayuda para componer.

La crítica social directa y filosa es la que pone los reflectores sobre estas madrileñas que, de nuevo, apelan a esta juventud ibérica enojada por la condición económica y social que les toca vivir. ¿Qué más decir? Ye-ye-ye-ye-ye…

 

 

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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