Poltergeist: infancias arruinadas por mucha estética y poca idea

La falta de ideas en Hollywood ha llevado a los estudios a realizar nuevas versiones de películas que antaño tuvieron un éxito mediano o que fueron muy populares. Al final no importa si se va a destrozar un clásico o darle un nuevo empuje a un producto que en su momento fue mediano. Poltergeist: Juegos Diabólicos es horrorosa, no por el miedo que provoca, sino porque hicieron trizas los buenos sustos que generó la original de 1982.

Y lo que los fanáticos habrán dicho sin duda tras ver este espanto es: no se vale. Poltergeist se encuentra en ese selecto grupo de filmes que pueden considerarse clásicos del horror. Si bien está debajo en calidad de grandes filmes que nos ocasionaron pesadillas, lo que Tobe Hooper y Steven Spielberg provocaron en los 80 es que la estática en las pantallas de televisión nos perturbaran como nunca.

La nueva Poltergeist es más una broma que un filme que cause miedo y es así porque su director ha mostrado una vena cómica de la cual no se puede desprender. Lo mostró en Monster House (2006) y no es algo que repudiar, pero hay momentos. Si lo suyo es el humor aparentemente involuntario ¿por qué darle un proyecto como éste?

Las secuencias de humor, donde las bromas salen con mucha naturalidad son lo mejor logrado en una película que tendría que mantenernos al filo de la butaca, si no porque nos estemos muriendo de terror, al menos por el suspenso. Pero la nueva Poltergeist hace gala de una estética centrada en las luces, en el efecto: hay mucho brillo y poca sustancia. Las apariciones, estos fantasmas que necesitan un guía para alcanzar el más allá, son tan luminosos que se asemejan más a los coloridos mensajes en Encuentros cercanos del tercer tipo (1977) o al modo en que se hacen los videojuegos hoy día.

Para colmo, los personajes más empáticos son los cazafantasmas que llegan a rescatar a la familia Bowen. Entonces, nos topamos con un producto que pretende ser fresco y en su afán olvida que el suspenso y estas ansias de comunicación de los no vivos construyeron un suculento platillo en aquel 1982.

La nueva versión es extremadamente pobre, ya ni siquiera en el apartado de los filmes que pueden ocasionarnos pesadillas: en general es aburrida porque sus protagonistas son una caricatura, las escenas que deberían causar preocupación son una mala broma -de hecho sólo hay un momento realmente agradable e involucra a un taladro- y es un intento de reavivar un concepto que se olvidó del terror para ponerse encima un traje de gala.

Claro, tiene teléfonos celulares, drones, todos esos gadgets que ahora forman parte de nuestra interacción con todo. Pero ¿para qué queremos una versión actualizada que no sabe qué hacer con toda esa modernidad en la que estamos sumergidos? Mejor sería hacer una historia totalmente diferente y no manchar un buen recuerdo.

Poltergeist (2015)

Director: Gil Kenan.
Guión: David Lindsay-Abaire.
Protagonistas: Sam Rockwell, Rosemarie DeWitt, Saxon Sharbino, Kyle Catlett, Kennedi Clements.
Fotografía: Javier Aguirresarobe.
Edición: Jeff Betancourt , Bob Murawski.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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