Okja y el cochino género híbrido

 

Okja es un cerdo alterado genéticamente en laboratorios, por lo que tiene un tamaño y peso descomunales. Es un híbrido, al igual que la cinta que narra su historia.

El filme que Bong Joon Ho hizo para el gigante del streaming, Netflix, representa un logro si tomamos en cuenta los motivos de su realizador para presentarla en ese plataforma en vez del formato de cine convencional. Además, se convirtió en la primera película no hecha para las salas que compite por la Palma de Oro del prestigiado festival de cine de Cannes.

Pero más allá del respeto al guión que ofreció de Netflix o de si el futuro de los certámenes es llenarse de producciones hechas para televisión, lo que vemos en Okja es una fiel muestra de la personalidad de su autor, acostumbrado a ir y venir de la sátira a la ciencia ficción, del compromiso político al cine infantil. El superchancho en pantalla es reflejo de la forma en la que entiende el mundo del entretenimiento Bong Joon Ho: sin una línea divisoria entre géneros.

Okja” logra momentos realmente tiernos en sus primeros 10 minutos, con ideas tomadas de grandes referentes del cine asiático como “Mi vecino Totoro“, pero tras ese momento de paz se seguirá una secuencia tras otra en donde el vértigo se apodera del filme y veremos persecusión tras persecusión en pos de la liberación de esa cruza de hipopótamos y cerdo.

¿A quién pertenece Okja? ¿A la compañía transnacional que la creó para convertirla en un número más en el proceso de la industria de la carne o a la niña que se encargó del animal desde su infancia para alimentarla, crecerla y educarla?

El debate maniqueo planteado por “Okja” no confronta a Mija (una magnifica An Seo Hyun) con la empresa Mirando, sino a la segunda con un grupo de guerrilleros ideológicos que pretenden destruir a la industria y de paso salvar a la megacerda de un “inhumano” show donde lo que menos importa es lo que siente el inmenso animal.

Lo que no cuadra con “Okja” son los motivos de las transnacionales de hacer que la gente se encariñe con lo que se va a comer. El famoso show planteado desde el comienzo para que le gente tome como ídolo a lo que se va a llevar a la boca encaja a todas luces con estas “brillantes” ideas de los directivos que pretenden que la gente hable de sus productos aunque no de las bondades o defectos del mismo, pero para el filme queda como un pretexto para que se pueda extender la denuncia más de lo debido.

El tratamiento infantiloide de “Okja” es lo que impide que la tomemos en serio, como si de un trabajo panfletario se tratara, pues todos los personajes expuestos sobrepasan la línea de lo burlesco, son exageradamente tontos y se insertan dentro de una realidad que nunca los tomaría en serio para los roles que se supone juegan en una sociedad que se muere de hambre. Es eso o el director es más perverso de lo que creemos y todo alrededor de la industria de la carne está lleno de payasos.

Hasta los mismos adultos ecofriendlys retratados en “Okja” son abordados como caricatura infantil: con un corazón a prueba de todo y dispuestos a aguantar los golpes de la vida (y de los policías) con tal de salvar a todos los animales posibles del despiadado universo donde terminan en un plato de comida.

Al final, todos los elementos presentados son objeto de mofa por parte del cineasta, quien sólo respeta un aspecto de todo lo que presenta: el amor sincero y filial de una niña y su “mascota”. En ese apartado, el sudcoreano es incapaz de burlarse, de ahí que la pequeña Mija sea el único personaje 100% real de los que desfilan por “Okja”.

Hay momentos de gran valía, como el matadero, simulando un campo de concentración y la inmediata asimilación que provoca ese momento en nosotros; el manejo de la posverdad como arma de venta para las empresas capitalistas de hoy; y la crítica explícita a la sociedad estadounidense, con sus grandes espectáculos donde la naturaleza es un bicho raro y no algo de lo que somos parte.

“Okja” es altamente disfrutable cuando se avoca en destacar las maravillas de la relación infante – animalito, pero se desdibuja cuando va de exageración en exageración en un intento por ser incisiva.

Queda claro que Bong Joon Ho no quiso ser crudo en su relato y jugó con las alegorías para evidenciar el horror de un proceso inhumano, abriendo la puerta al debate eterno entre los sentimientos de los animales, pero esa es la razón por la que “Okja” funciona bien en ciertos momentos y en otros es un producto más con un humor bobalicón.

 

Okja (2017)

Dirección: Bong Joon Ho.
Guión: Bong Joon Ho, Jon Ronson.
Reparto: An Seo Hyun, Tilda Swinton, Jake Gyllenhaal, Paul Dano, Lily Collins, Steven Yeun, Giancarlo Esposito.
Fotografía: Darius Khondji.
Edición: Yang Jinmo, Jin-mo Yang, Meeyeon Han.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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