La libertad de expresión es de todos

En medio de los “festejos” o acciones por conmemorar, como se hace desde 1951, el Día de la Libertad de Expresión, fecha que en el mundo del periodismo toma mayor importancia, tanto por el reconocimiento a la garantía básica que requieren para el desarrollo de su trabajo. En el caso de México toma un tono diferente, ya que sirve para recordar a aquellos profesionales que en los últimos tiempos han tenido que pagar con su vida el riesgo de caminar tras la verdad, sin importar a quienes afecten.

Si bien el periodismo es una institución fundamental para el desarrollo de las sociedades democráticas, el derecho a la libertad de expresión toma un mayor valor para el empoderamiento, planteamiento y respeto desde/en/hacia los ciudadanos. Pensar en individuos capaces de expresar sus ideas, opiniones, deseos e inconformidades es una realidad en muchos países y aunque parezca imposible, es una libertad que aún se debe defender.

La censura, el miedo, el sometimiento, la persecución o el silencio forzado son verdades que se vive en el mundo contemporáneo, no me refiero solo a los lugares que viven bajo dictaduras o férreos regímenes que controlan hasta las comunicaciones interpersonales. Todos estos males se viven aún, en el caso de México persiste la posibilidad de que minorías sean escuchadas, entendidas e integradas desde su espacio en la diversidad. Mujeres, indígenas o discapacitados son solo un ejemplo de quienes aún callan su voz.

La libertad de expresión es entonces un fundamental derecho que se tiene que reconocer no solo en el ejercicio del periodismo o la producción de contenidos, es necesario entenderlo por el impacto que genera en la sociedad, en la posibilidad de que todos nos podamos comunicar. Asumir esta libertad no puede ir sin entender la importancia de tomar su responsabilidad, el impacto que tienen las acciones individuales frente a otros, en el colectivo.

Defendamos entre todos la libertad de expresión, es responsabilidad compartida por la verdad, por la justicia y por una sociedad cada día más comunicada y libre de expresar su sentir.

Oscar Mendoza

Comunicólogo de profesión. Chilango por nacimiento, yucateco por adopción y convencimiento. Interesado en temas sociales, justicia, derechos humanos, tendencias, moda, comida, música, arte y culturas. La política me apasiona y las rarezas me hacen perder la cabeza. Creo en el fin de mundo y espero el colapso zombie.

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