La Cordillera: cuando la serpiente se enrosca en el poder

 

La Cordillera de los Andes es esa famosa cadena montañosa que une a siete países sudamericanos y que por su trazo geográfico asemeja a una serpiente. Y esa misma figura ocupa Santiago Mitre para su apuesta por el suspenso en un trabajo que gira en torno a un magnífico Ricardo Darín, enfundado en la piel del presidente de Argentina.

En medio de una cumbre convocada por el presidente brasileño, los dirigentes de las naciones de Sudamérica y México debaten una alianza petrolífera para potenciar la economía de la región. Y en medio de el intercambio de políticas e intereses, un drama familiar llegará a desestabilizar al “gris” mandatario argentino.

La Cordillera” se trata de un retrato del poder y la corrupción de primer nivel, que evita el diálogo barroco para hacerlo accesible para la gran audiencia. Y es que Darín, experto histrión como es, logra ir modulando las escenas para darle el tono requerido y ser confuso cuando se requiere para crear misterio y evidente cuando no hay más que esconder.

Por lo general, las corruptelas y arreglos “en lo oscurito” son, típico secreto a voces, cosa de todos los días en todos los gobiernos del mundo. Pero nunca son tan vistosas como la ficción sugiere y lo que Mitre logra con mucha gloria es crear una atmósfera tenebrosa para arropar a su protagonista, un tipo en apariencia gris pero que oculta sus motivos y se mueve entre oportunidades reptando a la espera del momento para morder.

La efectividad del reparto se complementa con el montaje preciso para crear ambientes en el momento justo. Así, estamos ante un escenario gélido donde los líderes se aferraran a sus ideas y tratarán de lograr acuerdos pese a las diferencias, en una suerte de guerra fría mesurada, mientras que en la construcción de la dinámica entre el presidente Hernán Blanco con su hija (una efectivísima Dolores Fonzi) se respira un aire tenebroso, casi como cinta de terror. Y es que Mitre pretende que enfrentemos ese miedo, de dirigentes que no saben decir que no, que entienden la ambición como algo que forzosamente tiene que doblar morales.

Lo que queda a deber esta ambigüedad con la que se maneja el filme hacia el final, dejando todo abierto pero con una intención de que no quede duda, por lo que un tanto más de contundencia hubiera sido bienvenida.

Y es que todo en “La Cordillera” parece una moneda al aire. Marina Blanco confió en su padre, como lo hizo el pueblo argentino, porque se vende como un hombre común, pero Mitre hace las preguntas adecuadas: ¿ser presidente de un país es un trabajo común? ¿un hombre cualquiera puede con la responsabilidad de crear bienestar para millones de personas?

La intriga, de principio a fin, es el principal elemento que inunda “La Cordillera”, un filme donde las serpientes se mueven a placer esperando el momento justo para soltar todo ese veneno que cargan, sin importa que los caídos sean su propio pueblo.

 

La Cordillera (2017)

Dirección: Santiago Mitre.
Guión: Mariano Llinás, Santiago Mitre.
Reparto: Ricardo Darín, Dolores Fonzi, Erica Rivas, Paulina García, Daniel Giménez Cacho.
Fotografía: Javier Julia.
Edición: Nicolás Goldbart.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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