Elle: el irónico entorno de una mujer empoderada

Que una película no defina el tono de drama o comedia que pretende manejar suele ser la perdición en manos inexpertas. Pero cuando se tienen muy claros los porqués en estos saltos entre la risa y el suspenso lo que se ve se eleva a niveles muy altos.

Si bien, Paul Verhoeven ha tenido éxitos y fracasos por igual en su carrera como cineasta, lo que no se le puede reprochar es que se ha mantenido fiel en esa exploración de los modos, maneras, deseos y capacidades de las mujeres. Y en medio de todo eso, el sexo. Porque siempre está ahí, de modo romántico, como complemento amoroso o, en la forma más básica, como forma de control.

Elle” es brutal y amoral. Quizá por eso pocas personas en Hollywood quisieron arriesgarse a ponerse en manos de Verhoeven para exhibir su cuerpo ultrajado, una violación que abre la historia y modifica la vida de Michéle Leblanc (Isabelle Huppert), pero no más de su pasado oscuro en donde todo es confuso y da razón de un alma atormentada.


Pero Michéle no es una mujer sometida por sus demonios. Por el contrario. Es una fémina consciente de sus capacidades, conocedora de sus límites y firme en deseos. Es el centro del filme, obvio, pero es también quien va interactuando a placer con los diferentes personajes y los trata como quiere. Es dueña y señora y por eso los problemas y agresiones le hacen lo que el viento a Juárez: nada.

Michéle es la mujer que tiene que convivir con los demás porque no queda de otra, somos seres humanos, no islas; “Elle” es el monstruo en construcción que debe mostrar su rostro de “perra” para impedir que lo que le hace daño sea más que ella. Y esa capacidad del sexo femenino de tomar posturas ante lo que realmente le importa podrá parecer escandaloso, pero es de lo que se trata el verdadero empoderamiento de la mujer.


Dueña de una empresa creadora de videojuegos, es temida por sus colegas y subordinados. Ello no es obstáculo para sacrificar su femineidad, su libido insaciable y sus ganas de tomar lo que cree que merece.

Con una lengua como cuchillo va tirando verdades a sus cercanos, frases y sentencias que hieren pero que en ningún momento pueden tomarse como mentiras. “Elle” salta de un género a otro con la naturalidad de su protagonista, una Isabelle Huppert que es dura, directa, incluso luego de ser ultrajada analiza qué es lo que conviene para no perder el control de sí misma y su cuerpo.

Y el cineasta no pretende hacer de “Elle” su heroína. Tampoco es víctima. Es simplemente mujer. Una que comprende que está rodeada de personas tóxicas. Su filme está lleno de ironías, porque algunos pecan por lujuriosos, otros por prepotentes, unos más por tontos. Ella misma es un despojo de humanidad, pero no se jacta por ello ni se siente menos: sabe lo que es, sabe lo que quiere y cuándo.


El comportamiento de Michéle es el de una psicópata que no va descuartizar a quien le causa animadversión, como hiciera su padre (no hay spoiler aquí, se establece desde el principio), sino que se mezcla entre estos otros personajes destruidos para asumirse como la reina de los “pedazos”.

Hacia el final, la única verdadera muestra de amor aparece, con una vecina que muestra más empatía que cualquier otro personaje involucrado.

Michéle reconoce vivir en estado de negación. Y la gente a su alrededor también y lo demuestra con sus actos. Es un mundo de egoístas, pero el director no trata de justificar a nadie. La protagonista es una más, pero es poderosa porque vive con ello, no con orgullo, no con tristeza, simplemente porque hay que existir como conquistador, no como conquistado.

Elle (2015)

Dirección: Paul Verhoeven.
Guión: David Birke.
Protagonistas: Isabelle Hupert, Laurent Lafitte, Anne Consigny, Virginie Efira.
Edición: Job ter Burg.
Fotografía: Stéphane Fontaine.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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