El seductor: la fábula de las mujeres unidas ante el enemigo

 

Mucho se ha dicho sobre el feminismo y empoderamiento de la mujer. Posturas van y vienen sin que haya un gran acuerdo respecto a lo que se debe y no. Lo único cierto es que las sociedades machistas se alimentan principalmente por acciones femeninas, que permiten el ascenso y dominio de “el macho”. “El seductor” es muy sutil para sugerir que en comunidades verdaderamente unidas, donde las féminas se mantengan juntas pese a las diferencias, son invencibles.

Sofia Coppola toma el texto de Thomas P. Cullinan, ambientado en plena Guerra de Secesión estadounidense, para contarnos lo que pasa cuando un hombre malherido irrumpe en un seminario para señoritas en algún paraje olvidado de Virginia.

El resultado es un tejido dramático y visual de altos niveles, pero sobre todo en el apartado narrativo. Porque la neoyorquina sabe ir paso a paso construyendo un entramado en donde todos los personajes, todos, son delineados con maestría, exhibiendo sus fortalezas y debilidades.

 

Desde la matrona, una avasalladora Nicole Kidman, hasta la más pequeña de la casa, estas mujeres entienden que sus intereses, predilecciones y formas de ver la vida, deben quedar de lado para enfrentar un enemigo común, alguien que amenaza con arrebatarles la tranquilidad y cotidianeidad. Aunque ese día a día no sea perfecto, es al menos suyo y no están dispuestas a dejarse amedrentar.

Fondo es forma para Coppola, por eso todo comienza como un cuento, enmarcado por un bosque lleno de cafés que auguran que esta fábula no tiene el brillo de las historias infantiles. Así, la directora va guiándonos a esa casona donde un soldado de la Unión (Colin Farrell) deslumbrará de diferentes formas a las seis habitantes de ese lugar.

La habilidad para mezclar elementos es lo que Coppola ocupa como cereza de un suculento pastel: se combinan sin forcejeos el western con el melodrama de época, la historia erótica con momentos de suspenso muy bien logrados, para al final, enmarcar lo más representativo de esta pieza: el mensaje.

Se trata pues de una muestra de respeto hacia aquellas mujeres que logran superar sus notorias diferencias para defender su territorio, bueno o malo (dependiendo de cada quien) pero suyo al final de cuenta.

Y es evidente que no se trata del trabajo más destacado de la “virgen suicida”, pero sí uno donde va transitado por narrativas inexploradas demostrando que puede dotarlas de elegancia y enigma, al grado de pensar que su incursión en otros géneros pueden resultar un deleite visual.

Compararla con la cinta que hizo Don Siegel en los 70 con su actor fetiche Clint Eastwood es injusto, pues la versión añeja pretendía emociones subidas de tono para la época, mientras que la propuesta de Coppola es excederse en el recato, ese que las inquilinas de la casona de Virginia pierden ante los coqueteos de un tipo que pierde el encanto cuando ya no tiene el control de las miradas.

 

Está claro que la mujer quiere plasmar la visión femenina respecto a un punto en específico: porque no es lo mismo dejar que el fulano en cuestión te rompa las enaguas por placer, que romperse una misma esa prenda para vestir las ropas adecuadas para enfrentar la represión y el yugo del otro.

Al final, las sonrisas lechuguinas hacia el sexo opuesto mutan, por necesidad, a rostros de complicidad ante la amenaza. Y Coppola las retrata de modo elegante. Mucho.

 

The Beguiled (2017)

Dirección y guión: Sofia Coppola.
Reparto: Nicole Kidman, Kirsten Dunst, ElleFanning, Colina Farrell, Oona Laurence, Adison Riecke.
Fotografía: Philippe Le Sourde.
Edición: Sarah Flack.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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