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Deadpool: el chiste (y inicio del cambio) se vino en rojo

 

El cine de superhéroes llegó para quedarse y no sabemos si para bien o para mal. Lo concreto es que Hollywood entendió desde hace años que a la entonces nueva gallina de los huevos de oro hay que exprimirla hasta que no le quede más por ovar. Y hay productos que de pronto llegan a marcar pauta, a dar luz a quienes, empecinados en explotar el vasto universo de los tipos con superpoderes, dejan de ver que existen múltiples posibilidades para contar una historia. Eso es “Deadpool”.

Y es que el mercenario de rojo trajo una aportación más luego de lo hecho por Iron Man(2008), Guardianes de la Galaxia (2014) y Ant-Man (2015). Todas son comedias, cada una con su propia contribución, pero lo de Deadpool es significativo en el sentido de que la esencia del disque héroe es la película.

No sólo se trata de todo lo que los amantes de las historietas conocen del ácido Wade Wilson, este rompimiento de la cuarta pared, el humor irreverente, las leperadas, dobles sentidos, las páginas llenas de sangre, sino de una trama que no se toma nada en serio, mucho menos a ella misma. Por eso las múltiples bromas y señalamientos a las cintas de “supertipos”. Sí, respeta la estructura y orden de los orígenes, pese a su montaje con saltos temporales, pero no es el típico formato lineal que nos da cuenta del nacimiento del, en este caso, antihéroe.

Los “súper-filmes” se han convertido en el más efectivo vehículo de entretenimiento, sólo unos cuantos han logrado llevarlos a niveles más allá del mero pasatiempo, comoChristopher Nolan y Bryan Singer. El debut en largometraje de Tim Miller está muy alejado de esos referentes, pero entendió que debía de buscar la diferencia y el protagonista le exigía precisamente ser un héroe distinto.

Es vulgar. Mucho. Es violenta. En exceso. No necesitamos los galones de sangre para ello. Si somos estrictos, hay más de ello en una película de Tarantino que en reinvenciones fílmicas de las historietas y a nadie parece incomodarle. Claro, los superhéroes son diseñadas para el disfrute familiar. Deadpool fue hecha para los fanáticos y para atraer a nuevos espectadores, a los que están cansados del formato “para todos” de los productos de siempre.

¿Es la gran reinvención? No. Rotundo. Es una parodia del género cuyo protagonista hace exactamente lo mismo que en 1991 cuando llegó a burlarse de todo lo que se había hecho con los superhéroes en el mundo de las historietas. Por tanto, es una bocanada de aire fresco dada su trama y estructura nada convencional. Aunque en el fondo se trate del nacimiento del “héroe”, como el mismo Deadpool (Ryan Reynolds) establece en algún momento.

Para aplaudir el riesgo, las ganas de apartarse, en la forma, de lo que hemos estado viendo por años. Es el homenaje sarcástico de la barbarie y el relajo, de todo eso que no está en los nuevos cánones de las “súper cintas”: la verborrea, las groserías, el sexo, vamos, todo lo que en la vida real debería ser parte de la existencia de fulanos que luchan por “hacer el bien” y para ello tienen que patear, demoler y hacer explotar muchos traseros -por eso la cinta no deja encapuchado o mutante con cabeza-.

Desde los créditos de inicio sabemos que vamos a presenciar dos horas de cotorreo, de una cinta que va a sacarnos risas y soltar verdades incómodas para quienes ven en el naciente género una oportunidad de hacer arte. No es que no se pueda, pero es complicado y sólo está destinado para quienes ven el cine de un modo muy peculiar. No es punible, por el contrario: lo del cine de súper fulanos sabe bien que tiene como fin ser el trancazo de la temporada, no el vehículo para la caída de premios a raudales.

Deadpool sería lo que los estadounidenses han decidido llamar “bromedy”: la comedia de la comedia, la total payasada. Porque “el mercenario bocazas” no es el modelo a seguir o el tipo que se redime en ese momento que ve por el bien común, sino que ayuda por casualidad, combate a los villanos porque le conviene y se envalentona engreídamente porque se sabe indestructible.

Lo real es que estamos ante los mismos villanos desangelados, una trama sencilla -al modo del príncipe que rescata a la doncella en peligro- y hasta un final predecible, pero, como el hombre de rojo es carismático y nos involucra en su travesía lo pasamos por alto. Sin embargo, es un buen comienzo para que las mentes de Marvel den una revolcada al desgastado modo de contar “súper historias”, si es que esa es la idea. No estaría nada mal ver al “Doctor Strange” más cercana al cine de terror o a “BlackPanther” cercana al drama histórico ¿o no?.

Deadpool (2016)

Director: Tim Miller.
Guión: Rhett Reese, Paul Wernick.
Protagonistas: Ryan Reynolds, Morena Baccarin, Ed Skrein, Brianna Hildebrand.
Fotografía: Ken Seng.
Edición: Julian Clarke.

Texto publicado en Azteca Noticias.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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