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¡Claudio Brook es el máster de másters!

¡Sí! ¡Claudio Brook es todo un señor actor! ¡Un artista que te lleva a quererlo, odiarlo y amarlo! ¡Pero qué grande es!

Los vítores anteriores fueron mis exclamaciones cuando concluyó “La Mansión de la Locura” (1973) de Juan López Moctezuma. Este filme lo vi hace un par de años pero supongo que no debí de estar del mejor humor porque fue hasta que volví a verla en 2015 que reparé del gran actor que es Claudio Brook.

Respetado por muchos pero olvidado por más, creo que Brook merece un mejor lugar en la historia de la cinematografía mexicana. No sólo era un artista con un vozarrón, un hombre con presencia, era un verdadero histrión que se atrevió a interpretar personajes que muchos de los que hoy se nombran Primeros Actores jamás se atreverían a aceptar por miedo a la reacción del público y que ya no fueran vendibles.

En la humilde opinión de su servidora yucateca, Claudio Brook Marnat merece mayor reconocimiento y no de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas ni lo de los críticos, sino de nosotros, los cinéfilos y enamorados del cine porque su trabajo no se limitó a un personaje lineal-que bien podría ser del eterno galán- sino que se atrevió a más y apostar por historias surrealistas y poco habituales de la época, personajes extremos y escandalosos para la época. Simplemente los volvió suyos y abrió un mundo de posibilidades para quienes estaban aburridos de los dictámenes del cine nacional.

Luis Buñuel parece que se dio cuenta de lo que Brook podía ofrecer en pantalla y lo eligió para un personaje “pequeño”, el del mayordomo en “El ángel exterminador” (1962). En esta película, un sirviente sumiso a los deseos de sus patrones y sus amigos millonarios. Un par de años después, en 1964, el español lo volvió a llamar para su mediometraje “Simón del desierto” (1964) en la que el actor estaba sujeto a una terrible lucha interior entre su deseo de llegar al reino de los cielos y las tentaciones de la tierra.

En “El Castillo de la Pureza” (1972) Arturo Ripstein y José Emilio Pacheco crearon un personaje basado en un ser humano que realmente existió en un hombre despreciable y tan hipócrita que no puedes sino sentir empatía con su víctima familia.

También hizo un sinfín de telenovelas y más películas, en todas interpretó a un personaje diferente pero creo que en “La Mansión de la Locura” es donde lo podemos ver en su más grande esplendor. Al principio es serio, encantador, te inspira confianza y sientes que podrías estar platicando con él por horas pero conforme la historia se desarrolla-bajo la dirección de López Moctezuma y la dirección artística de Leonora Carrington- te enamoras de quien realmente es. Porque sabes que fuiste objeto de un vil engaño. Y lo disfrutaste.

Grande, Claudio Brook.

 

María del Mar Boeta

Quiere un muñeco tamaño real de Chucky el Muñeco Diabólico. Piensa pagarlo con sueldos de reportera, historiadora y Copy Writer. Escribe bien bonito para el proyecto rock-musical-psicodélico Malosa Mami.

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