2021 en la música: esos discos británicos que debiste escuchar

2021 en la música: esos discos británicos que debiste escuchar

Sin mayores introducciones, Gran Bretaña nos dejó muy buenos discos este año, pero estos cinco la rompieron con ganas.

Arlo Parks – Collapsed In Sunbeams

Solemos decir que la generación Z viene cargada de “nada” y esta británica ha presentado un disco que llega a mostrarnos lo equivocados que estábamos, con melodías accesibles pero no por eso mal pensadas, por el contrario, con enorme razonamiento y una fuerza brutal.

Tiene veinte años y suena mucho más madura que muchos. Su neo-soul es más que una moda, es una forma de combinar perfecto este aviso ante la avalancha de conflictos emocionales y existenciales que nos ha heredado la pandemia, y aunque bien podrían musicalizarse con un lamento, hay una enorme luminosidad en la forma de cantarnos sus penas.

Wolf Alice – Blue Weekend

Lo de los londinenses en este álbum parece ser los contrastes, y juegan con ello entre piezas y dentro de las mismas, pues así como cierta canción parece un ejercicio minimalista, en otras hay una instrumentalización sucia que destantea pero es parte del estilo de la banda.

Lo emocionante es que la banda sabe que estamos esperando ese momento de explosión y, no sólo da aviso, sino que invita a saborear esos segundos previos con sintetizadores y guitarras que anuncian la llegada de detonaciones distorsionadas.

Estamos seguros que vendrán trabajos más depurados y finos, porque no estamos ante lo mejor de su discografía, pero sí lo más colorido y con la idea clara de adónde quieren llevar su música.

Gary Numan – Intruder

Hay discos que duelen si se les presta la atención debida. Es el caso del “intruso” de este legendario ícono de la música electrónica, que no centra el discurso en desamores o fracasos cotidianos, sino en el hartazgo de una comunidad global que tiende a la autodestrucción.

Sin abandonar su tradicional tono sombrío, el inglés hace un repaso por esas melodías que han caracterizado su discografía durante más de tres décadas de hacer música y adentrado en el new wave analiza el cambio climático como si se tratara de la Tierra, con esas ansias de mandar al carajo a la humanidad ante tanto daño.

Hoy que la palabra “virus” está en boca de todos, vale la pena acercarse a este discurso en el que es evidente que hoy nosotros somos el virus que está destruyendo el organismo verde en el que vivimos.

Sons of Kemet – Black to the Future

Lo volvieron a hacer. Cuando parecía que no había modo de reforzar el discurso de ira ante los problemas diarios de la comunidad negra, los británicos vuelven a dar muestra de poderío con una más fina fusión de jazz y ritmos africanos y caribeños.

Todavía mejor, hay un recuento del pasado, presente y futuro de la comunidad negra y los retos que enfrentan ante una sociedad que se niega a dejar atrás el racismo y la discriminación.

Es su álbum más comprometido de su carrera y también el más elocuente, en el que combinan la alegría característica de su sangre, pero eso no les impide denunciar que están hartos de los malos tratos.

Floating Points – Promises

Suena extraño, pero el experimento vale muchísimo la pena. Porque mezclar electrónica con jazz ya se ha escuchado antes, pero ahora suena más libre y etéreo que nunca en comunión con una orquesta que le da un toque casi religioso a la propuesta que una a Sam Shepherd, Pharoah Sanders y a La Orquesta Sinfónica de Londres.

Definirlo es imposible. Es más, ni siquiera tiene sentido, porque se trata de una experiencia melódica sensorial que juega con el concepto de promesa, razón por la que sus primeros movimientos suenan a un destino que parece muy lejano, para después hacernos sentir que nunca llegará.

Es entonces cuando los saxofones dolientes nos guían hasta un punto de intriga que se oye feroz y como desconsuelo, para concluir con un aura de liberación que convierte este ejercicio de combinación de armonía con texturas en un grato viaje.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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