2019 en la música: esos discos internacionales que debiste escuchar

Vök

Pues aunque el trío Islandés diga que este álbum está lleno de penumbra, la realidad es que es más bailable que su álbum debut, sin que ello signifique que es el disco que va a amenizar una fiesta.

Lo atractivo es que su pop de teclados tiene cierta luminosidad, lo que no comulga del todo con el carácter reflexivo de las letras, lo que construye un álbum cimentado en la idea de que estos momentos de incertidumbre buscan incesantes el brillo que nos lleve a salir del problema que tenemos enfrente.

Así, atravesamos en compañía de la voz enigmática de Margrét Rán diferentes estados de ánimo harto bien amenizados en lo que hoy suena a un choque entre M83 y Christine & The Queens. Ojo, no es una copia, estos tres tienen una personalidad propia, una “onda” gélida que presume las ganas de salir de la depresión que generan los tonos en el cielo en esa parte del mundo.

Aldous Harding

Entre experimento o estilo -porque no es primera vez que lo hace-, esta neozelandesa crea atmósferas muy en el formato folk pero se permite crear espacios silenciosos o con sonidos mínimos para que el escucha se involucre en la creación de la historia que canta.

Es como un rompecabezas: la maqueta sonora que se nos presenta es el espacio en donde iremos acomodando las piezas, elaboradas con las letras de las canciones que no son del todo claras y sí ricas en metáforas y comparaciones. Esos silencios, susurros, rasgueos de guitarra discretos, sirven para ir acomodando los fragmentos y tratar de entender toda la melancolía que esta mujer nos entrega en una especie de enigma bailable.

El nombre mismo del álbum nos indica que tenemos un trabajo que realizar, que no seremos simples oyentes, las tonadas alegres nos invitan a quedarnos y la intriga construida nos pide “diseñar” junto con ella a este personaje que canta con tanta luminosidad.

Tove Lo

Su regreso tras un disco extremadamente triste es como una cruda: luego de llorar en exceso aparece una compositora que reflexiona sobre el motivo de sus lamentos y cómo esto significa un giro en su vida personal y su carrera. Tan es así que se da la oportunidad incluso de comparar sus letras de antes con las de ahora, pero sin clavarse, simplemente como una anécdota.

Desde luego, la tormenta trajo a la postre calma y con ello el brillo que presume con el título del álbum, ofrenciéndonos a una mujer más libre, directa y capaz de burlarse de sus decisiones y sus resultados sin tapujos.

Las colaboraciones incluso le vienen mejor pues se permite en ellas mostrarse más suelta, con la seguridad que te da saberte en compañía de un secuaz, quizá por ello es ahí donde vemos su lado más festivo.

Rodrigo y Gabriela

Sí, estamos hablando de la música del mundo, pero como este dúo mexicano no usa el español como base para comunicar, es por ello que incluimos en este listado el esfuerzo.

Logran una fusión de todos aquellos ritmos ejecutados por los prodigios de la guitarra que han influenciado su sonido y el resultado es avasallador, totalmente encantador y muestra de un talento que permite recorrer desde lo más básico del post rock hasta puntilleos flamencos.

Se trata del disco más ambicioso y atinado de su carrera, uno que utiliza con modestia sintetizadores y percusiones para crear atmósferas que permiten un desarrollo hipnótico de una suerte de «vuelta a los orígenes», o mejor dicho, un repaso de subgéneros, construidos para que cada pieza sea un placentero y energético viaje.

Broods

El dúo neozelandés de synth pop entendió que para volver a los reflectores tenía que alejarse de la moda de los teclados o, al menos, ponerle algo más que el sonido ochentero a que todo mundo encanta en estos días. Tras un segundo disco que no aportó nada, se acercan a la definición de modos completamente nuevos, aún con alta carga retro, pero con más juego de guitarras.

El dream pop ya no se encuentra tan “solo”, pues le ponen más energía al armado de las canciones sin abaratar estructuras al modo de “power hits”, simplemente añaden los ganchos necesarios para que suenen más pop que nunca, exaltando la ironía de la frase que da nombre al disco.

Es quizá su forma de presumir que su pop no sigue el camino que delinean los éxitos del momento. Ante la variación de tiempos, modelos y hasta melodías, podría señalarse cierto eclectismo, pero no es tan extremo como para caer en el apartado experimental.

Juárez Góngora

Es orgullosamente yucateco. Egresado de la licenciatura en Periodismo en un colegio de la tierra del panucho y el salbut. Le dio por conocer varias zonas del país hasta que se avecindó en la Ciudad de México, donde se dedica a hacer textos para el mundo del internet. Amante de la literatura, melómano, pero primordialmente cinéfilo, de niño repasó películas en formato Betacam una y otra vez, hasta que finalmente, un buen día, fue al cine y de ahí no pudo salir.

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